El folclore

El folclore no se aprende en los libros ni se guarda en vitrinas: se vive, se baila, se canta, se comparte.

El folclore no se aprende en los libros ni se guarda en vitrinas: se vive, se baila, se canta, se comparte. Esa es la esencia del Grupo de Danzas El Molino de Torregalindo (Burgos).

Durante semanas he tenido la oportunidad de acompañarles con mi cámara, desde los primeros ensayos hasta los momentos previos a subir al escenario. He podido mirar de cerca lo que normalmente queda oculto: las horas de preparación, la complicidad de los ensayos, los detalles de cada traje, la paciencia de quienes corrigen un paso una y otra vez.

El grupo está formado por mas de 50 personas, no todas de Torregalindo, pero sí unidas por algo más fuerte que la geografía: el deseo de mantener vivo un patrimonio que en muchos pueblos ya se ha perdido. Allí donde las jotas han dejado de sonar y los trajes regionales duermen en los armarios, en Torregalindo resuenan todavía los latidos de la tradición.

El folclore, como decía Agapito Marazuela, no es un recuerdo del pasado, sino un patrimonio vivo que late en el presente. Y esa es la sensación que queda al convivir con El Molino: que la tradición no se ha apagado, sino que sigue caminando con paso firme hacia el futuro.

Este reportaje fotográfico es solo una parte del camino. Aquí encontraréis una selección de imágenes, pero el resto formará parte de una exposición en Torregalindo a finales de año, donde el pueblo podrá reencontrarse con su propio reflejo a través de la danza y la música.

Porque un pueblo no es solo un lugar para volver en verano: es también un latido que nos recuerda de dónde venimos y hacia dónde podemos ir. Y en Torregalindo, ese latido tiene nombre: El Molino.

Llamamiento a la memoria viva: vestimenta folclórica que cuenta historias.

Un traje regional no es solo una prenda: es memoria cosida a mano, es la historia de un pueblo guardada entre hilos, bordados y cintas. Muchos de esos trajes duermen hoy en baúles o armarios, esperando una ocasión para volver a brillar.

Quiero hacer un llamamiento a todas aquellas personas que guarden en casa un traje tradicional, propio de su familia o de su pueblo. Si me escriben, me ofrezco a hacerles una fotografía gratuita con él puesto, para que no quede solo como un recuerdo guardado, sino como una imagen viva que pueda compartirse con las generaciones que vienen detrás.

Porque cada traje tiene una historia que contar, y si no la hacemos visible, poco a poco se irá apagando. Y sería una pena que ese pedazo de memoria se perdiera en silencio.

Si tienes un traje guardado y quieres que lo fotografíe, puedes escribirme a: hola@aurorafotografa.com